9 de octubre de 2009

El labrador y el señor Titiritero.

Consideré la posibilidad de levantar la piedra para ver las hormigas que había debajo, pero descarté la idea para evitar mancharme las manos de tierra y mugre, así que decidí seguir caminando por el camino que me llevaría hasta Villa-Camino, un pueblo situado en lo más alto de un monte muy alto llamado Monte-Alto. Justo antes de comenzar a subir la colina me encontré con un entrañable labrador que se dedicaba a labrar la tierra con una azada. El Sol pegaba de lo lindo, ya era una hora muy poco aconsejable para seguir trabajando bajo el azote de los látigos del astro rey.
- Señor, le va a dar a usted algo si sigue trabajando con este sol.
- ¿Y qué quieres que yo le haga hijo?
Pensé que estaba claro, además, ya se lo había dicho yo. "Deje usted de trabajar, señor" fueron las palabras que se me pasaron por la cabeza. Sin embargo, no las pronuncié porque pensé que esa opción ya la había considerado el entrañable labrador. De modo que me puse ojiplático y miré para otro lado. Y claro, me dio por pensar. Suelo ser así, cuando estoy solo y en silencio, me da por pensar en cosas de diversa índole. Es un defecto/afecto poco definido. El pensar me roba tiempo de ocio pero me ayuda a compartir mis inquietudes con las personas con las que mantengo conversaciones de más de cinco minutos.
Pensé tanto que llegó a darme pena del entrañable labrador. Así que decidí ayudarle para que pudiese terminar antes y no estuviera mucho más tiempo expuesto a un evitable riesgo de insolación.
- Señor, ¿tiene usted una azada? me gustaría ayudarle y que, de esta manera podamos subir juntos hasta el pueblo.
- Te lo agradezco muchísimo, el señor Titiritero se sentirá muy feliz de saber que su tierra estará preparada para recibir el Verano.
- ¿Trabaja usted para el señor Titiritero?
- No.
El labrador siguió cavando contentísimo los surcos para sembrar las habas y los tomates. Lo miré unos instantes y me encojí de hombros. Empecé a cavar con una azada que me mostró mi compañero. Cavamos juntos en silencio durante un buen rato hasta que decidí volver a curiosear.
- Y dígame señor, si usted no trabaja para el señor Titiritero, será entonces que este señor es su amigo y está ayudándole porque él no puede venir a labrar su tierra.
- El señor Titiritero no es mi amigo. - Detuvo su trasiego y me miró directamente a los ojos. - Cuando subamos a Villa-Camino le contaré la historia, pero ahora hemos de terminar antes de que el Sol nos provoque una insolación. Recuerde que tenemos que subir el Monte-Alto y que nos queda poca agua.
Nuevamente ojiplático comprendí que mi nuevo amigo no era ni mucho menos un loco irresponsable. Sabía lo que se hacía. Terminamos poco después de que pronunciase aquellas palabras y subimos con suma pausa hasta Villa-Camino que, como ya he dicho, era un pueblo situado al final de un camino en lo alto de un monte muy alto llamado Monte-Alto. Cuando llegamos estaba atardeciendo y el entrañable labrador me ofreció un vino en el bar del pueblo antes de ir a su casa dónde me invitaría a cenar productos de la tierra. Me sorprendí al ver que el nombre del bar era "La Tasca del Titiritero".
- Señor, ¿este bar es propiedad del señor Titiritero?
- Sí.
- Debe ser un hombre muy destacado en este pueblo.
- Lo es. Es uno de los más ricos del pueblo.
Y yo me puse ojiplático de nuevo. Nos sentamos en la mesa más cercana a la puerta y el labrador cambió el gesto de tensión que le había acompañado toda la tarde. Se deseparramó sobre su asiento como el agua de un vaso volcado en una mesa.
- Bueno jóven, ha llegado la hora de contarte por qué estaba trabajando una tierra que no era mía sin que el dueño lo supiera (ni lo sabrá) y sin esperar cobrar nada a cambio.
- Nuestros vasos de vino serán testigos de que me lo cuenta.
- Resulta que hace dos meses mi hija se casó aquí mismo, en este bar, con un muchacho de Villa del Llano. El Titiritero se ofreció a organizarlo todo sin desear obtener a cambio recompensa alguna.
- ¡Qué gran detalle por su parte!
El labrador se removió en su asiento, se irguió y recobró su gesto de tensión.
- El señor Titiritero hizo esto por propio interés. Utilizó la boda de mi hija para darse notoriedad en el pueblo, a sí mismo y a su bar. Después de la boda de mi hija, todas las familias quieren organizar las bodas aquí, pero ahora obtiene beneficios económicos por ello. Este señor creó la necesidad de organizar bodas en lugares bonitos para así poder enriquecerse a costa del trabajo honrado de otras personas que antiguamente se casaban en cualquier lugar del campo. Pronto el alcalde sacará una ordenanza en la que dirá que estará prohibido organizar bodas y otras celebraciones en las calles sin permiso del ayuntamiento. De modo que por culpa de la boda de mi hija saldrá más caro casarse y más dinero caerá del lado de los más ricos.
- Señor, si está tan enfadado con el señor Titiritero no entiendo qué hacía trabajando su tierra sin que él lo supiera.
- Aunque su gesto fuese interesado, el señor Titiritero me ayudó, porque yo paso por muchos apuros económicos y de no ser por él, no me hubiera sido posible casar a mi hija de una forma de la que pudiera sentirme orgulloso.
- De modo que lo que usted quería era pagar una deuda.
- Eso es.
- Sin embargo... no me cuadra esto, porque él no sabe (ni sabrá) que fue usted quién le labró la tierra. Por lo tanto, nunca sabrá lo que hizo en señal de agradecimiento.
Ante este punto, el entrañable labrador calló y miró para otro lado encojiéndose de hombros. Hubo silencio por lo que tuve tiempo para pensar. Al cabo de un par de minutos encontré unas palabras. En mi cara se dibujó una sonrisa. Bajando la voz le dije:
- Su gesto sí que ha sido desinteresado. Señor, usted lo que quería era sentir que es mejor persona que el señor Titiritero.
Y de nuevo, hubo silencio. Fue el mejor vino que jamás probé.

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2 comentarios:

  1. :) leído.
    No comento porque ya lo has dicho todo tú.
    Podría ser un cuento de esos que se le cuentas a los niños con moraleja.

    besotes

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  2. Me ha parecido que...... las descripciones de los lugares curiosas y divertidas... que el argumento engancha y mantiene el interés... que los personajes "pegan" uno con otro... y que el final sorprende y roba una sonrisa :-).
    Vamos, que me ha gustado muy mucho ^^

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