23 de abril de 2009

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Puedes seguir con la cantinela del que quiso ser y no pudo; atender a las razones contendidas dentro de un paquete de tabaco; mezclar las lágrimas con el aire; o susurrarle al viento viejas oraciones olvidadas por los mismos dioses.
Pudiste deshacer el tiempo, deshilachar enredos, enredarlos aún más, sacudirle el puño al primer cuerpo opaco que se te pusiese por delante, reventarle los hocicos a cualquier cerdo sin San Martín o embaucar a cualquier hada que se dejase.
Podrás esculpir a golpe de cubata estatuas nuevas, efímeras, eternas o etéreas. Podrás hablarle de tú a tú al wáter, escupirle si hace falta, ensañarte con tu hígado o desperdiciar tu saliba con la rubia de bote que se cambia de nombre todos los sábados.
En cualquier caso, también podrías pedirme a mi el paquete de tabaco.

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