11 de diciembre de 2012

El pequeño (e ingenuo) bailarín de claqué

Érase una vez que se era un pequeño bailarín de claqué que un buen día decidió dedicar unas cuantas de horas a la semana a ejercitar su cuerpo en un gimnasio.
La primera vez que entró, el pequeño bailarín de claqué se quedó muy sorprendido de la cantidad de máquinas que allí había. Él no sabía para qué servía ninguna, así que decidió ir a preguntar a la primera persona que allí encontró.
El robusto hombre al que se acercó tenía embutidos dentro de su ropa ajustada tal cantidad de músculos que el pequeño bailarín de claqué se preguntó si él también tendría escondidos en su cuerpo tantos músculos como aquel hombre. Su estatura era enorme y su corpulencia ocupaba un volumen que podría triplicar el que ocupaba el enjuto cuerpo del pequeño bailarín de claqué.
- Buenas tardes buen hombre - Dijo el bailarín interrumpiendo al hombre robusto que estaba trabajando en una de aquellas complicadas máquinas. - Quisiera realizar algunos ejercicios , pero es la primera vez que vengo a un gimnasio y no tengo mucha idea de qué es lo que tengo que hacer.
El hombre robusto, que ni siquiera devolvió el saludo al pequeño bailarín de claqué, echó una amplia mirada al cuerpo entero del bailarín.
- Pregunta al esbelto chico rubio que está allí. Él te dirá lo que tienes que hacer. - Y continuó levantando pesas y resoplando cada vez que éstas alcanzaban su punto más elevado.
El pequeño bailarín de claqué, como pez fuera del agua, se dirigió torpemente hasta el lugar en el que se encontraba el esbelto chico rubio que charlaba con una mujer. El bailarín esperó pacientemente a que el esbelto chico rubio terminara de hablar con ella. Cuando éste hubo terminado y se giró hacia él se percató de que, sin querer, el pequeño bailarín de claqué se había quedado mirando la cara de la mujer que había estado conversando con él.
- Dime. - Dijo.
Los pensamientos del pequeño bailarín de claqué se vieron interrumpidos de tal manera que no pudo evitar pronunciar en voz alta lo que estaba pensando.
- ¿Por qué esa mujer con la que hablabas viene maquillada a un gimnasio?
El esbelto chico rubio no pudo reprimir una sonrisa en la que se reprimía una expresión confusa.
- Eres nuevo ¿no? ¿Tienes alguna pregunta? - Eludió educadamente.
- Sí, soy nuevo. La verdad es que es la primera vez que vengo a un gimnasio y no tengo mucha idea de qué es lo que tengo que hacer.
El esbelto chico rubio asintió.
-Ven conmigo. Te enseñaré lo que tienes que hacer para ir empezando.
Después de un calentamiento de unos veinte minutos en los que ya empezó a sudar copiosamente, el pequeño bailarín de claqué pudo comprobar durante las siguientes dos horas cómo funcionan una gran cantidad de las máquinas que había en el gimnasio.
Cuando terminó se dirigió exhausto hacia los vestuarios donde se duchó, se vistió trabajosamente, se puso gomina en el pelo y se acicaló debidamente para dirigirse a su casa.
Al salir a la  calle se encontró con el esbelto chico rubio quien lo miró con una sonrisa fingiendo extrañeza.
- ¿A dónde vas tan arreglado?
- A casa. - respondió casi turbado.
El esbelto chico rubio sonrió extrañamente mientras se alejaba sin pronunciar una palabra más. El pequeño bailarín de claqué se encogió de hombros mientras veía a aquel chico perderse entre la gente de la ciudad.
- - - - -
Mientras tanto, a solo unos kilómetros de allí, una mujer lloraba desconsolada en una cocina. Había vuelto cinco minutos tarde y su marido no toleró tal falta. El hombre que un día juró amarla para siempre ni siquiera preguntó por qué se había retrasado antes de azotarla.
Ella pensaba que no debería haberse maquillado. Perdió esos cinco minutos en desmaquillarse antes de volver a casa. Bastante había conseguido engañando a su marido una hora a la semana para ir a un gimnasio.
Tuvo que conformarse con sentirse guapa solamente dentro de su casa.


Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

2 comentarios:

  1. no quiero ser mala, es raro... ese lenguaje... ese chico esbelto rubio... y un claro final pero que sin embargo no me pega con la historia.

    (tampoco me hagas caso, es sábado.... )

    Muak

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Nunca eres mala Jara!!! En realidad la sensación que quería despertar en el que lo leía es (creo) la que has descrito en esas dos líneas. No es una historia que tenga que gustar, tiene que causar una sensación concreta de desconcierto.
      Y tienes toda la razón, es rara. Y es mejorable también. Lo sé. La próxima saldrá algo mejor ;-).

      Eliminar